El objetivo de este trabajo no es ocasionar daño rencoroso, sino devolver la energía destructiva a su origen; pero en la dosis justa y necesaria para que el veneno se transforme en medicina; es decir, para que quien la emitió aprenda de la lección.
Proceda así:
Confeccione un muñequito de tela violeta. Se cortan dos siluetas humanas iguales y se las cose enfrentadas por el borde, dejando la cabeza abierta, por donde se colocará el relleno (alpiste o algodón). Se cose todo. Escriba de frente y dorso el nombre de la persona que puede estar enviándole vibraciones dañinas.
Úntese las manos con unas gotitas de aceite, y espolvoree con pimienta el muñeco. Átele un cordón largo al cuello y cuélgueselo sobre su pecho. Sosteniendo una estampa de San Jorge en una mano y un espejito en la otra. Coloque el espejo justo enfrente del muñeco y diga con firmeza:
“Caíste en tu propia trampa, ahora has de probar de tu veneno en la dosis justa y necesaria, lo enviado retorna a ti en medicina, así aprenderás a conducirte y harás el bien sin mirar a quien. Así sea”. Tome la soga y revolee el muñeco por el aire, dibujando tres círculos para cada lado. Luego cuélguelo en un árbol alejado. Abandónelo en ese lugar, quémelo, y entierre las cenizas en el mismo sitio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario