miércoles, 11 de octubre de 2017
AUTOAYUDA PARA RESOLVER CONFLICTOS FAMILIARES
Técnicas y consejos prácticos para enfrentar y dar solución a los problemas que nos hacen sufrir a todos.
Las tensiones entre seres queridos son una situación tan frecuente como incómoda. A veces, tienen soluciones fáciles y, en otros casos, hay que dejar pasar el tiempo; pero siempre demandan una elevada energía de quienes están inmersos en esa pelea, además de generar estrés y angustia. Aquí encontrará algunas formas saludables de mejorar su panorama y ayudarse para decidir qué hacer.
UN PROBLEMA QUE NOS AFECTA A TODOS
Todos hemos vivido algún conflicto familiar y el que dice que no, no hace honor a la verdad: aún entre los parientes más apegados surgen complicaciones que anuncian una tormenta en el horizonte.
Del grado de sentido común, comprensión e intimidad que ambas partes tengan entre sí, depende la resolución del problema, pero siempre se necesitan algunos pasos previos para acercarse y lograr una conversación.
También, en el plano personal, se necesita un tiempo de reflexión para poner las ideas en claro y evaluar las opciones en relación con el otro. Entonces, partiendo de la suposición del acercamiento; es decir, de que quiere reconciliarse o mejorar su conflicto con esa persona de su entorno cercano, le brindamos, paso a paso, las ayudas que le permitirán enfrentar el problema y hallar una posible solución.
ENFOQUE DE LAS EMOCIONES: TRES TÁCTICAS PARA PLANTEAR LA SITUACIÓN
Antes de avanzar en la resolución del problema familiar que genera tensión en su círculo íntimo, resulta necesario que haga un “reconocimiento del campo”, al estilo futbolístico: esto es, conocer las características de la situación, los roles de cada parte y, en especial, el suyo propio.
Esta fase inicial es muy importante para superar la confusión que sobreviene después de un conflicto en el que participan los afectos: su mayor potencial reside en dividir los factores que componen el problema, para poder analizarlos y evaluarlos en relación con la complicación puntual sucedida.
a. Descubrir el origen: Esta indicación es distinta de “reconocer la causa”, algo que sólo puede definirse en un diálogo, y tiene que ver con identificar el momento, el lugar, o la situación en la que el problema comenzó. El origen tampoco alude a quiénes serían los responsables de tal conflicto; lo que se necesita es caracterizar las circunstancias en las que la tensión se inició. Así, lo que necesita preguntarse es si sucedió algo “visible” que pudiera dar paso a la discusión, o si tiene que ver con procesos de larga data que, en determinado momento, estallan por una diferencia mínima. Asimismo, es importante tener en cuenta las circunstancias particulares de cada “implicado”, tanto para comprender su situación como para diferir de sus pareceres.
b. Definir las características del problema: Este paso es importante porque, si se cumple de un modo reflexivo, ayuda a caracterizar el conflicto sin agigantarlo. Trate de describir lo que sucedió, con muchos detalles: ése es el mejor modo de tener una visión realista del problema. Eluda incorporar sus suposiciones al respecto: aténgase a lo que efectivamente sucedió, y evite indagar sobre las motivaciones del otro, puesto que hasta no hablar con él, eso no podrá saberse. Para hacer más efectiva esta táctica, defina los rasgos de esta tensión varias veces, en distintos días: eso ayudará a separarse de la ira y de la excesiva emocionalidad que puede agregar obstáculos a su análisis y, también, es eficaz para quedarse con lo verdaderamente importante de la situación problemática.
c. Evitar soluciones engañosas: El aislamiento o la indiferencia no resuelven su problema: en el mejor de los casos, posterga su mejora. Sólo si quiere reconciliarse o aliviar el conflicto, ensaye otras formas de interactuar con la persona que comparte su disputa. Tampoco postergue la charla que podría ser de ayuda, porque eludir ese momento difícil, pero necesario, sólo conduce al aislamiento o a la insatisfacción cuando ambos deben compartir un espacio o un encuentro familiar.
CUATRO ESTRATEGIAS DE AYUDA PERSONAL
Una vez que definió su situación y la analizó según lo que recién le recomendamos, llega el momento de posicionarse de un modo distinto y nuevo ante el conflicto. Las siguientes cuatro tácticas de actuación complementarias le serán de gran ayuda para aclarar su confusión y generar un acercamiento.
1. Poner en palabras su problema: El lenguaje es una excelente herramienta, al alcance de todos, para darse explicaciones y ayudarse a entender. Si aprende a escucharse, podrá hallar nuevas características de su situación que sólo pueden aparecer cuando usted “las habla”. No obstante, como en todos los aspectos de la vida, este uso del lenguaje tiene doble filo; ya que, usado con irresponsabilidad, puede ayudar a mantener creencias erróneas y a despegarse de cualquier culpabilidad en la situación. Por eso, la actividad de escucha personal debe ser consciente del momento en el que se pasa de la caracterización al descargo. Hablar debe ser fructífero para encontrarse en sus palabras, y no para afirmar lo que pensaba antes de decirlo.
2. Fortalecer su autoestima: Afirmar su posición y valorarse como un par del otro con el que ha tenido un problema, no implica darse automáticamente la verdad: significa posicionarse desde un lugar no subordinado y, por eso mismo, como una persona que tiene facultades para analizar, reflexionar, y decidir. Aunque cada caso tiene sus motivos específicos, uno de los mandatos más generales y repetidos es el que construye a una persona como incapacitada para pensar por propia cuenta y para elaborar sus opiniones: “Es muy débil”, “Me necesita”, “El o ella no puede hacerlo solo/a” y otras frases al pasar, que conforman la vida cotidiana de muchos sujetos, generan problemas duraderos y limitaciones para las decisiones más importantes.
3. Plantear su problema por escrito: Si la perspectiva de un diálogo con su “contraparte de conflicto” le genera estrés y preocupaciones, por lo que trata de eludir ese momento, su opción puede ser generar un acercamiento por escrito. Escribir un correo electrónico, una carta o una nota al pasar, cuidando que su texto no quede muy enojoso o motive un alejamiento aún mayor, constituye un buen primer paso para demostrarle al otro voluntad de reconciliación y, a la vez, expresarle los inconvenientes que sufre para acercarse en forma personal.
4. Preguntar con libertad: No saber o no entender parece ser también un “prohibido” para muchas personas: en lugar de demostrar que no ha apreendido ciertas cuestiones, prefieren presuponer o dar por sentadas ciertas cosas importantes que, sin embargo, son distintas de como ese sujeto las piensa. La confusión necesita preguntar para obtener respuestas esclarecedoras, o que por lo menos establezcan un canal de diálogo que permita aclarar o debatir ciertas cuestiones. Preguntar lo ayudará a pensar mejor; de hecho, eso es lo que puede sugerirle a su interlocutor para que le responda de mejor manera. Y, si no, siempre recuerde que preguntar también es su derecho.
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