lunes, 18 de enero de 2016

MADEMOISELLE BLANCHE MONNIER

El 23 de mayo de 1901, el fiscal general de París recibió una carta anónima informándole de un secuestro, parte de la carta decía lo siguiente:
“Tengo el honor de informarle de un hecho de extrema gravedad. Hablo de una solterona que está encerrada en la casa de Madame Monnier, medio muerta de hambre, y que vive en una litera los últimos veinticinco años.”
Esto sorprendió a la policía, pues la casa era habitada por Madame Louise Monnier Demarconnay y su hijo Marcel Monnier, licenciado en derecho. Ésta era una familia de clase media alta, que fueron honrados en la religión y con antepasados aristócratas de Poitiers. El señor Emile Monnier, jefe de una facultad de artes locales, había fallecido en 1879. Por otra parte, su hija de 25 años Blache Monnier había desaparecido sin dejar rastro, siempre la describían como una mujer alegre y juguetona, de ojos grandes y brillantes y de hermosa melena.
Cuando la policía llego a la casa de los Monnier, forzaron la puerta. Éstas fueron declaraciones de uno de los agentes que acudió ese día:
Nos dieron la orden de abrir la ventana del marco. Con gran dificultad, las cortinas oscuras cayeron en una lluvia de polvo. Para abrir la ventana, había que sacarla de las bisagras. Tan pronto como la luz entró, nos dimos cuenta de que había alguien tumbado en la cama, con la cabeza y el cuerpo tapados por una manta extremadamente sucia. Era una mujer que después fue identificada como mademoiselle Blanche Monnier. Estaba tumbada completamente desnuda sobre un colchón podrido; rodeada de una especie de corteza hecha de una mezcla de excrementos, carne, pescado, verduras y pan, también podridos. Vimos insectos que cruzaban la cama. El aire era irrespirable, el olor era tan asqueroso que era imposible quedarnos más tiempo para continuar la investigación.”
La mujer estaba aterrorizada, fue envuelta en una manta y trasladada a un hospital, donde los médicos no creían que sobreviviese. Su madre, de 75 años, se encontraba en la sala de estar.
En el hospital, los trabajadores señalaron que la secuestrada se complacía de ser lavada y poder respirar aire limpio. En cierta ocasión dijo “¡Qué hermoso es!” pero no soportaba la luz.
Contra todo pronóstico, la joven no mostraba coraje por ver a sus familiares.
La investigación posterior reveló, grosso modo, el motivo del secuestro. Alrededor de sus veinticinco años, Blanche se enamoró de un abogado anciano que vivía cerca. Su madre le prohibió la relación, pero la joven enamorada desobedeció y decidió casarse con el abogado. Louise armo un plan con su hijo Marcel para detener tal enlace. Una noche, Blanche fue encerrada en una habitación, hasta que decidiese abandonar la idea de dicha relación.
El tiempo pasó, y mientras Blanche estaba encerrada, el abogado al que amaba murió en 1885. Durante todo ese tiempo, la niña fue internada en la habitación, sola. Alimentándose de las sobras de su madre. Como compañeros, las ratas. Ningún rayo de luz penetró en su mazmorra. Nadie puede imaginar lo que sufrió.
Su hermano declararía que estaba loca y que nunca trató de escapar pero según los vecinos, en ocasiones se oía a la joven gritar cosas como “Policía” “libertad”“¿Qué he hecho yo para estar encerrada? No merezco esta horrible tortura. Dios no debe existir si permite que sus criaturas sufran de esta manera.”
Como consecuencia de sus actos, Madame Monnier Demarconnay fue detenida al día siguiente y encarcelada. Inmediatamente fue trasladada a la enfermería de la cárcel, donde murió quince días después.  Marcel Monnier fue juzgado y acusado de ser cómplice de su madre. El 11 de octubre de 1901 fue declarado culpable y condenado a quince meses de prisión. Rápidamente, Marcel apeló el veredicto y la sentencia anunciada el 20 de noviembre de 1901 consideró que él nunca había ejercido ninguna violencia sobre la mujer y, por tanto, fue absuelto y liberado.


Blanche Monnier subió de peso con el tiempo pero jamás consiguió recuperar la cordura. Murió en el hospital psiquiátrico Blois en 1913, doce años después de salir del cautiverio al que fue sometida.

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