Las peores experiencias te transforman en un ser más fuerte.
El miedo, la inseguridad, que te rompan el corazón, etc tienen una influencia
mucho más fuerte de lo que puedas imaginar.
Hay momentos en los que nuestro corazón late a otro ritmo, y
de repente, todo parece ir en dirección contraria a la deseada. Nos sentimos
absolutamente perdidos. Todo parece salir mal y creemos que ya no estamos tan
preparados como pensábamos. Como si todo se viniese abajo y un enorme peso
cayese sobre nosotros. Perdemos la alegría, la energía y la motivación para
seguir adelante. Sin embargo, no sabemos que para que la vida mejore, hay que
pasar lo peor. Que para que salga el arcoíris primero tiene que llover.

Sientes miedo, pero eres lo suficientemente valiente para
afrontarlo, y ya nada te hará sentir así. La forma en la que afrontes estas
situaciones, te definirá, te moldeará, aprenderás. Te haces más fuerte.
Empiezas a comprender cada movimiento,
como un manual de instrucciones (aunque siempre existen las excepciones) pero
es un manual diseñado por y para ti. Las heridas sanan, pero quedan cicatrices.
Se vuelven heridas de guerra que demuestran lo fuerte que eres. Guerras que
ganaste.
Estas malas experiencias te abren los ojos y te muestran el
mundo como es.
La vida te dejará ser feliz, pero primero te hará fuerte.
Después de muchas batallas, aprendes que las cicatrices
enseñan, pero descubres que las caricias, también.
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