Topacio: disminuye los humores nocturnos, la melancolía, confortación del entendimiento u oposición a los ensueños.
Granate: pueden ser occidentales u orientales (siendo éstos últimos mejores). Tienen la virtud de desecar, corroborar, eliminar palpitaciones, resistir las enfermedades morales.
Jacinto: fortalecer el corazón, preservar de la peste, actúa contra los espasmos y contracciones.
Rubí: cuanto más frío y duro sea, mejor. Sirve para corregir la melancolía, frenar los apetitos libidinosos, apartar los malos pensamientos y los malos ensueños.
Zafiro: corrige las inflamaciones oculares. Mezclado con manteca es útil para los proflubios del vientre, la disentería, flujo hepático, hemorroides internas, cura úlceras y llagas internas y reafirma y alegra el corazón. Cura las afecciones cardiovasculares y la melancolía.
Esmeralda: detener el flujo de vientre y sangre. Cura las mordeduras venenosas y la peste, eficaz para la epilepsia, acelera el parto, retiene hemorragias, cura la disentería, palpitaciones, afecciones de la cabeza y el corazón.
Coral: eficaz contra el contagio de enfermedades. Si es macho produce alegría pero si es hembra, melancolía, detiene las menstruaciones abundantes. Preserva de la gonorrea al hombre y de la alferecía a los niños.
Lapislázuli: purga todos los efectos melancólicos, la apoplegía, la alferecía, los vicios del bazo, corrige los espasmos, fortalece la vista, evita los desmayos.
Ámbar: calienta, seca, resuelve, fortifica el corazón y el cerebro y refuerza a los espíritus vitales y animales.
Aquí vemos algunas de esas piedras.